Llamada Maruja Vieira por el poeta Pablo Neruda, fue una de las pocas mujeres que logró abrirse paso en el mundo literario y profesional de su tiempo. Formó parte de movimientos literarios y de círculos periodísticos colombianos y venezolanos. Fue una de las pocas contertulias femeninas de cafés como El Automático de Bogotá.*
En el principio fue la palabra. Maruja Vieira la hizo cumplir su destino. La circundó de una atmósfera luciente, le infundió vida, formas sublimes y un poder mágico de comunicación, de sugerencias claras cargadas del gran sentido de lo bellamente inaccesible. Con esta nueva vida la palabra abraza al universo, lo transpone y haciéndolo más inteligible, lo embellece sin deformarlo.
Baldomero Sanín Cano
Maruja Vieira es la Mama Grande de la poesía colombiana.
Gonzalo Mallarino Flórez
Tiempo definido
Todo el impulso humano
lo circunscribe el día,
el pequeñito círculo del día
Barba Jacob
Está bien que la vida de vez en cuando
nos despoje de todo.
En la oscuridad
los ojos aprenden a ver más claramente.
Cuando la soledad
es el total vacío del cuerpo y de las manos
hay caminos abiertos hacia lo más profundo
y hacia lo más distante.
En el silencio las amadas voces
renuevan claramente sus palabras
y los muros resguardan
el rumor conocido de los ausentes pasos.
Los labios que antes fueran
sitio de amor en las calladas tardes
aprenden la grandeza
de la canción rebelde y angustiada.
Hay un viento en suspenso
sobre los altos árboles, un repique de lluvia
sobre ruinas oscuras y humeantes,
un gesto en cada rostro
que dice de amargura y vencimiento.
Sigue un lento caer de horas inútiles,
desprendidas del tiempo
y más allá del círculo pequeñito del mundo,
–aquel mundo cerrado
con sus vagas estrellas y su bruma de sueños–
despierta inmensamente
la herida voz del hombre poblador de la tierra.
Antes estaban lejos, casi desconocidos,
el combate y el trueno.
Ahora corre la sangre por los cauces iguales
del odio y la esperanza
sin que nada detenga la invasora corriente
de las fuerzas eternas!
Como el partir de un barco
Es el recuerdo, padre,
de tu clara agonía
Carlos Augusto León
Ya todo está más claro.
Como la tierra después de la lluvia
son los ojos después de las lágrimas.
El viento hace cantar una vez más los árboles;
pero en la madrugada tienen distinta voz
las antiguas campanas.
Partió un barco.
El ancla la levaron las manos más amadas.
Era un mar transparente, rumbo y ola,
donde flotaba un suave rostro pálido
y una playa del tiempo que se quedaba atrás
con nuestro llanto.
Que se quedaba con nuestro silencio,
con nuestra música olvidada y quieta,
con los libros cerrados, con los cuartos vacíos,
con esta soledad que nos asalta
cuando despierta el día sobre lechos intactos.
Las horas vuelven otra vez, iguales.
Todavía hay caminos con rosales y pájaros,
los niños ríen en la calle
y los viejos martillos clavan maderas nuevas.
La muerte en nuestra casa cumplió su fiel palabra.
Todo fue tan sencillo como el partir de un barco.
Despedida
He comenzado
a despedirme.
Es una larga,
lenta y luminosa despedida,
como la del sol sobre el mar.
* Tomado de Banrepcultural.
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